El Proceso


Quizás espere el lector de este relato que comencemos esta entrada con una definición de proceso; pero, con razón o sin ella, no es este el propósito. Toda definición que se dé a esta palabra variará con la metodología que se adopte;  por lo tanto, todo lo que podemos decir al empezar, es que existen ciertos procesos que interesan a determinadas personas, y que, a lo menos por ahora, este proceso nos pertenece a nosotros.
Y así fue desde el primer día en que arrancamos  este arduo camino en post de enmendar  los defectos en la escritura que acarreaban nuestros educandos. Allí estábamos nosotros, dotados de un vehemente deseo por enseñar, por decirlo así, y dispuestos a hacer de estos inaptos a la escritura los mejores escribidores de su propio pensar humano. Pues bien, esto tuvo su inicio en el mes de diciembre del año 2013,  el primer paso que dimos consistió en buscar de manera  exhaustiva a los que a la postre serían nuestros alumnos; de esta manera el  reclutamiento iniciaba. Cada uno de nosotros seleccionó, tras una ardua búsqueda, a un grupo de muchachos que tenían entre sí  intereses en común, estos, desde luego,  eran el haber sido nacido de los vientres de familiares y amigos. Los reclutados fueron: Gerson Gordillo y Juan Gordillo (16 y 15 años), amigos de Anderson; Jeison Dallos (15 años), quien me correspondió; Daniela Torres (11 años) hermana de Miyi; Julieth Olarte (16 años) y Gissel Ramírez, amigas mía y de Anderson. Todos ellos, por supuesto,  bajo la creencia de ser nuestros familiares y amigos se dispusieron a trabajar, o por mejor decir, a colaborarnos, aunque algunos de manera provisional, en este taller de escritura que estábamos preparando. Pero antes de decirles lo que debían hacer, tuvimos que considerar otro asunto. Consistió en  una especie de  vaguedad general por cómo y dónde comenzar que nos invadió de repente, ya que no sabíamos muy bien por dónde era el camino. Entonces  surgió la idea. Anderson y Tatiana propusieron que este primer ejercicio de escritura debía tratar de una historia afín a la temporada navideña, donde los alumnos ilustrasen  sus visiones, ortodoxas o no, respecto al tema. Así fue. Todos nosotros nos sentimos perfectamente seguros acerca de la pertinencia de este tema, sin embargo, al recoger estos intentos de escritura, nos dimos cuenta de la realidad. Y es que el ingenuo sentido común nos jugó una mala pasada en esta oportunidad,  pues al suponer que las cosas eran  tal y como la imaginamos, no nos precavimos ante este desastre.  No obstante, y a sabiendas que la escritura es una técnica continuamente perfectible, dejamos atrás este impase y corregimos todo lo que vimos, señalando con minucia todos los errores que encontrábamos. Algunos de estos eran fácilmente subsanables. Así pues, no todo era malo, pues si bien el  cómputo de errores por alumno fue alto,  la mayoría de estos  problemas eran de tipo ortográficos y de puntuación, lo cual, lógicamente resultaban naturales, sabiendo del bajo  nivel de lectura de los estudiantes.
Ahora bien, luego de esto, decidimos hacer  una reunión individual,  en la cual  cada uno de nosotros  sostendría con ellos una charla –constructiva-  en la que exponíamos  de manera clara y concisa tanto las ventajas como las  falencias halladas en sus escritos, desde luego, siempre incitándoles y motivándoles a  que no dejasen de escribir, sino lo contrario.
En cuanto pasó esto, decidimos probarles de nuevo a los alumnos con un ejercicio de escritura  que presentara un mayor grado de dificultad.  En esta oportunidad, la palabra escrita debía prestar al pensamiento la misma notoriedad que se atribuye a los objetos físicos. Por eso, dejamos que los alumnos escribieran lo que quisieran contarnos, es decir, que nos hablaran a partir de sus percepciones e intuiciones. ¿Cómo les fue? Algunos escribieron sendos relatos de Amor, otros lo hicieron sobre las sensaciones que les producía el estar en la escuela y su rutina. ¿Qué resultados obtuvimos? Pues bien,  este hecho se tradujo en un avance notable, ya que la elaboración, cuidado y esmero que los alumnos tuvieron al momento de escribir estas historias se vieron plasmados en las ricas composiciones cargadas de sentido. Asimismo, se observó un notable avance en Jeison, quien era uno de los más presentaba problemas en la construcción lógica de las frases. ¿Conclusiones? En este ejercicio la composición se enriqueció de manera exponencial gracias a las previsiones que tomamos debido a las falencias presentadas en anterior ejercicio y su posterior corrección. Pero basándonos en un punto de vista meramente gramatical, podemos decir que  los errores en la distribución  de las palabras y, en unos casos, en el cambio de sentido de una de ellas, se sigue presentando con frecuencia en los estudiantes. Sin embargo, lo mejor de este ejercicio fue la originalidad de las ideas presentadas por nuestros autores, pues se inspiraron en esa oportunidad, debido al trabajo conjunto que todos nosotros hicimos, y que consistió en darles a leer un par de crónicas que extrajimos de la página web  Soho, crónicas que compartimos con ellos, donde también prestamos nuestras voces como medio para señalar  los conceptos básico que debe tener una  crónica. Esta sesión se decidió ejecutar con los estudiantes en sus respectivos hogares, ya que algunos de ellos no podían movilizarse hasta la universidad por razones de tipo económico.
Finalmente, para el último ejercicio de escritura tuvimos en cuenta la crónica de Efraín Medina Reyes, “Boxeador por un día”.  En esta ocasión, cada uno de nosotros -Edward, Anderson, Tatiana, Miyi y yo*- estuvo con su estudiante alrededor de dos horas en dicha sección. ¿Qué buscábamos con esto?   Sin lugar a dudas, colmarlos de emociones, las cuales pudieran salir a flote para luego ser estampadas en este último escrito. ¿Qué resultados obtuvimos? Podemos decir con satisfacción que los alumnos escribieron sus mejores crónicas al final, pues la carga emotiva que les disparó la lectura la crónica de Efraín Medina, se vio reflejada en crónicas con un contenido profundo y humano, no obstante, con pequeños errores de ortografía.
Con este ejercicio final de crónica cerramos esta sesión, esperando, positivamente, haber contribuido en el desarrollo de esta técnica tan esencial para los alumnos –y cualquiera- a la hora de comunicar sus ideas y pensamientos de manera escrita.   


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